
¿Por qué La Vera?
El valle del Tiétar discurre a lo largo de la muralla granítica de Gredos, que actúa como un gigantesco cortavientos: detiene el aire frío del norte, retiene la humedad y permite que aquí florezca un universo de especies vegetales gracias al microclima que produce. Inviernos suaves, veranos secos y calurosos, y una pluviometría entre 800 y 1.200 mm/año bien repartidos, con picos torrenciales que recargan los acuíferos, riegan el valle y esparcen la vida.
Sus suelos y terrazas abarcan desde el granito de las alturas de Gredos, al limo de las tierras de la vega del río. En las laderas dominan los suelos franco-arenosos y ácidos desarrollados sobre granitos; en la vega, limos aluviales fértiles que se riegan desde hace un siglo gracias a pequeñas presas y bombeos en el Tiétar. Las viejas terrazas de piedra siguen evitando la erosión y marcan el paisaje.
El regadío, que se nutre del agua de los arroyos, gargantas y del embalse del Rosarito, alcanza una superficie cultivada de 10.000 hectáreas.
El catálogo de cultivos, gracias a la bondad del clima y la abundancia de agua, abarca desde el olivar, cereza, castaña, huerta mixta, y los principales que sustentan la economía del valle: el tabaco y el pimentón de La Vera.
Por las características descritas de climatología, nos pareció que era la zona más adecuada para implementar su cultivo en España. La stevia necesita tierras arenosas, y temperaturas que no sean extremas y que en invierno no desciendan de 2 °C bajo cero.
Desde un punto de vista socioeconómico, La Vera es una zona que muestra una enorme dependencia de su economía agrícola, especialmente del cultivo del tabaco y de las ayudas de la PAC y medioambientales. Por ello, la stevia puede ser un cultivo complementario con mucho más valor añadido en el mercado, representando una alternativa viable para muchos agricultores locales.
La stevia es una planta que llegó a España en el siglo XVI, a través de un marino español llamado Estévez. Vino desde el Cono Sur de América junto al tabaco, y entró para su cultivo por Extremadura. Sin embargo, a diferencia del primero, la stevia no arraigó: se fue a Inglaterra, donde no pudo prosperar por razones de clima. Al no saber pronunciar correctamente el nombre del marino Estévez, los ingleses terminaron denominándola “stevia”.
La implantación de la stevia de nuevo en Extremadura representa una vuelta a su origen en el siglo XVI, pero con una misión renovada: responder a la necesidad actual del mundo occidental de sustituir los excesos de azúcar y edulcorantes en las dietas diarias.
De esta forma, La Vera representa la unión en el espacio y el tiempo de una planta con su propósito para esta época: proporcionar dulzor de forma sana al mundo.